El Coliseo (Colosseum en
latín) es un gran
anfiteatro de la época del
Imperio romano, construido en el
siglo I en el centro de la ciudad de
Roma y bajo jurisdicción de ciudad
Vaticano, por su procedencia ligada a el catolicismo. Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium), en honor a la
Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el
Coloso de Nerón, no conservada actualmente. Por sus características arquitectónicas, estado de conservación e historia, el Coliseo es uno de los monumentos más famosos de la
antigüedad clásica.
En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del
Foro Romano, y las obras empezaron entre el
70 d. C. y el
72 d. C., bajo mandato del emperador
Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio Romano, se completó en el
80 d. C. por el emperador
Tito, y fue modificado durante el reinado de
Domiciano.
[1]El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el
siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del
Imperio Romano de Occidente en el
476 d. C. Así como las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como
naumaquias,
caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas
batallas, y obras de
teatro basadas en la
mitología clásica. El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la
Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio,
fábrica, sede de una orden religiosa,
fortaleza y
cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en
santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del
Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a procurar su conservación.
Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los
terremotos y los picapedreros, el Coliseo siempre ha sido visto como un icono de la Roma Imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la
arquitectura romana. Es una de las atracciones turísticas más populares de la moderna Roma y aún está muy ligado a la
Iglesia Católica Romana, por lo que el
Papa encabeza el
viacrucis hasta el anfiteatro cada
Viernes Santo.
El
7 de julio de
2007, fue reconocida como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno.